Producto de la retirada total de las tropas norteamericanas, Afganistán quedó nuevamente bajo el control de los talibanes. Entrevistamos a Nicolás Alesso, miembro del CIPEI, sobre dicha coyuntura.
Por Florencia Picia y María Florencia Marina
FP y FM: ¿Cuál es la situación actual del país afgano? ¿Por qué motivo se desencadenó la crisis?
Nicolás Alesso: Desde un punto de vista estatal, la situación se enmarca en un golpe de Estado, puesto que el país poseía una Constitución que organizaba el funcionamiento del gobierno. Ahora bien, debemos resaltar que se la sociedad afgana se encuentra repartida en etnias, tribus, subtribus y facciones que no siguen límites provinciales. De la misma manera se encuentra repartido el poder y la legitimidad, por lo que el gobierno nacional tiene más o menos influencia según la región.
Con la invasión de Estados Unidos en 2001, los Talibanes abandonan el poder y se repliegan, y un nuevo orden se intenta imponer en Kabul: una república. A pesar de que el nuevo ordenamiento fue apoyado por distintas loyas jirgas, la dificultad para conseguir el desarme de los líderes de las distintas facciones, la guerra contra el Talibán y Al Qaeda, las estructuras de gobierno tribal basadas en la tradición y hechas más fuertes en las décadas de conflicto, y la falta de una identidad nacional que sea parte del sustento de la legitimidad, llevaron a que el gobierno central tuviese serios problemas para gobernar. A ello, hay que sumarle la rampante corrupción del gobierno nacional y del ejército a lo largo de este siglo, más la imposibilidad de generar consensos.
Por otro lado, el debate por el agotamiento de la estrategia de Estados Unidos en Afganistán, comienza con cada vez más fuerza después de la crisis financiera de 2008. Estados Unidos se da cuenta que no puede ganar la guerra, pero sí perderla, y para retirarse del territorio necesitaba iniciar conversaciones con el Talibán. En 2011, la administración Obama comienza a entablarlas de forma intermitente. El carácter aislacionista del gobierno de Trump favoreció la decisión de que las conversaciones de paz se transformaran en el acuerdo firmado en febrero de 2020, que significaba la retirada de Estados Unidos y el avance de los talibanes.
Por supuesto, hasta que una capital no es tomada, el gobierno y su simbología no caen. Cuando lo hacen, la amenaza de un grupo hostil a ellos crece porque toma el monopolio de la coacción física, de manera literal: el ejército afgano no sólo prácticamente no enfrentó a los talibanes, sino que, incluso, algunos mandos pactaron con ellos. El gobierno de Ghani intentó armar civiles en los últimos días, lo cual no resultó.
Sin embargo, la victoria del Talibán no es absoluta ni sin resistencia. Varios de los grupos tribales de la antigua Alianza del Norte que luchó con la OTAN para derrocarlos se han unido nuevamente en Panjshir para resistir: entre ellos se encuentra el vicepresidente afgano, Amrullah Saleh, quien se ha proclamado presidente interino. Además, el principal opositor del expresidente Ghani, Abdullah Abdullah -que fungía como Ministro del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional- se unió al expresidente Hamid Karzai para se encuentra trabajando para formar un gobierno de coalición moderado, liderado por los talibanes pero con representación de otras fuerzas, incluidos representantes de Panjshir.
FP y FM: Debido a la crisis afgana los refugiados volvieron a cobrar centralidad en el debate: ¿cómo incidió el cambio de gobierno en el número de desplazados y refugiados?
N.A.: En Afganistán el aumento de desplazados y refugiados comenzó hace varios años debido a los crecientes niveles de violencia. El Talibán nunca dejó de resistir a través de escaramuzas, ataques, defensas y atentados. A ello se le suman grupos terroristas con los cuales mantienen estrecha alianza, como la Red Haqqani o el Movimiento Islámico Uzbeko. Además, Al Qaeda aún permanece en el territorio al igual que la filial de Estado Islámico.
La crisis de refugiados y desplazados internos se agrava día a día. Algunos países occidentales (como Estados Unidos o Gran Bretaña) reaccionaron al estallido de los últimos días y a la opinión pública internacional, cuando podrían haber gestionado el proceso, desde fines de 2019-principios de 2020.
El conflicto ha provocado 3.5 millones de desplazados internos hasta el fin de 2020 (con una población de algo menos de 40 millones). En este año, las cifras van de 270 mil a más de 500 mil. Además del riesgo por la violencia, la situación alimentaria es crítica, con millones de niños con riesgo de desnutrición. Más allá de la ocupación del Talibán, las sequías de 2018, las inundaciones de 2019 y la pandemia han provocado una difícil situación económica. En cuanto a refugiados, sólo este año, más de 70 mil personas dejaron el país en calidad de refugiados, principalmente hacia Irán, aunque Naciones Unidas pronostica 500 mil hasta que el año termine.
FP y FM: De la misma manera, la situación de las mujeres bajo el régimen talibán generó preocupación internacional: ¿cómo se verán afectadas frente al cambio de gobierno?
N.A.: Con el derrocamiento del Talibán en 2001, se eliminó la interpretación estricta de la ley islámica como ley de gobierno, al igual que su yugo sobre los derechos de la mujer. Desde ese momento, las mujeres nuevamente pudieron ir a la escuela, estudiar en una universidad, caminar solas por la vía pública, mostrar su rostro, elegir con quién casarse, emprender un negocio, ser artistas o participar en la vida política del país. Desde los días previos a la caída de Kabul, el peligro de la regresión en sus libertades se encuentra latente, y el temor expresado en los medios y redes sociales lo confirma.
En los últimos días, líderes talibanes han manifestado que se les “permitirá” trabajar, estudiar y que podrían llegar a participar en el gobierno. Otros líderes han manifestado que la mujer tendrá libertades dentro de la “ley islámica” o sharia. Al ser ésta objeto de interpretación, el futuro de las mujeres en Afganistán es incierto.
Otra cuestión a tener en cuenta es qué pasa fuera de Kabul: fuera de la capital, donde es muy difícil para los ojos de la comunidad internacional y los medios llegar —pero también donde las milicias tienen más libertad de acción—. Hay informes que dan cuenta que desde el año pasado las mujeres han vuelto a ser sometidas a las reglas impuestas por el Talibán, conforme el grupo fue tomando control del territorio. Similares situaciones sucedieron a jóvenes con determinados cortes de cabello o vestimenta considerada “occidental”.
FP y FM: ¿Qué otros grupos se encuentran amenazados en el marco del gobierno del Talibán?
N.A.: Vale destacar que otro sector de la población que se encuentra siendo perseguido son los colaboradores con operaciones de Washington y sus aliados, y sus familias: traductores, intérpretes, analistas, agentes, médicos y un extenso etcétera que suma decenas de miles. Más allá de las agencias que atalayan por los derechos humanos, las naciones tendrán que entablar negociaciones de garantías de respeto a grupos vulnerables si desean ser reconocidos como gobierno de Afganistán. Si se da un gobierno compartido, quien coloque a sus representantes al mando de economía, seguridad y educación dará forma a la sociedad.
FP y FM: ¿Cómo fue la reacción de la comunidad internacional ante la toma del poder por parte de los talibanes?
N.A.: En Estados Unidos, se habla mucho de una comparación entre Afganistán y Vietnam pero creo que no habrá un nuevo síndrome Vietnam. El debate está puesto en el liderazgo de Estados Unidos y cuál será su rol en la región. Según los análisis de académicos y lo que funcionarios de distintos países relevantes a la cuestión dejan entrever, la decisión de retirar las tropas fue acertada pero la forma de dejar el país y llevar a cabo la evacuación fue muy desordenada. De hecho, hubo vidas que se perdieron debido a ello. Así, la imagen que el mundo vio fue la de una nación apresurada por escapar del territorio.
La Unión Europea y los países del G7, por su parte, criticaron la fecha límite propuesta tan arbitrariamente por Biden, pero lo cierto es que cerraron filas tras la decisión de Estados Unidos. Como dijo un funcionario francés, la decisión “está en manos de los estadounidenses”.
FP y FM: Luego de su deserción, ¿que rol encarnará Estados Unidos en Afganistán?
N.A.: Creo que Washington no va a desentenderse totalmente de Afganistán, sino que junto a países occidentales continuará las negociaciones con el Talibán: terrorismo, reconstrucción y derechos humanos seguramente serán los temas prioritarios en la agenda. Seguramente, Occidente se apoyará más en India y Pakistán (en ese orden) para influir sobre Kabul, como lo hizo durante el proceso de diálogo intraafgano.
En Estados Unidos, las experiencias de Irak y Afganistán en nation building son resumidas en la frase “si lo rompes, lo pagas”. El problema es que ahora Washington entiende que pagó demasiado (aunque insuficiente según sus expectativas iniciales) por la reconstrucción afgana, y devuelve sin arreglar lo que rompió.
FP y FM: ¿Cómo se va a reconfigurar el mapa geopolítico de la región tras la retirada militar de Estados Unidos?
Ante el vacío de poder actual, aparecen competidores por el liderazgo en la región: Rusia, China e Irán. Ninguno de los tres países reconoció al nuevo liderazgo afganos aún, tampoco evacuaron sus embajadas ante los eventos de agosto.
China felicitó al país por liberarse de la ocupación extranjera y bregó por la profundización de los vínculos económicos entre ambos países. En este sentido, el corredor económico sino-pakistaní puede favorecer este objetivo, aunque la estabilidad del país será la variable de la cual dependa todo. Rusia viene manteniendo conversaciones con el Talibán desde hace algunos años y su principal ocupación en este momento es que los grupos extremistas que operan en Afganistán desestabilicen a sus aliados militares en Asia Central. Irán, potencia regional y país limítrofe desde hace tiempo se reúne con el Talibán para estrechar vínculos. Teherán y Kabul -bajo el gobierno de Ghani- no poseían buenos vínculos más allá de los económicos, en buena parte porque armamento iraní se ha confiscado de manos de insurgentes talibanes, especialmente en la zona fronteriza.
Por último, será interesante continuar observando el despliegue de la política exterior de Qatar en el conflicto. El país alberga la mayor base militar estadounidense y, desde 2013, una oficina de representación del Talibán. En 2021 se restablecieron las relaciones diplomáticas entre Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, y al estar Ghani exiliado en este último, veremos si este acercamiento provocará que Qatar se convierta en un actor cada vez más relevante en el proceso.
Esperemos que la atención internacional permanezca sobre Afganistán el tiempo suficiente como para que la comunidad internacional logre consensos con el Talibán, y la crisis humanitaria y la opresión no se cobren más vidas.
Nicolás Alesso es Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de Santa Fe. Maestrando en Relaciones Internacionales en la misma institución. Profesor de Inglés. Adscripto en la cátedra Política Internacional en la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. Miembro del Grupo de Jóvenes Investigadores del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de la Plata.