El miembro de nuestro Centro escribió junto a Bernabé Malacalza para la Revista Nueva Sociedad. En el artículo se abordan las políticas exteriores de los Estados latinoamericanos a partir de la resignificación del concepto clásico de Autonomía.
Los autores inician el análisis de las políticas exteriores latinoamericanas a partir del conflicto sinoestadounidense:
La multiplicación y transversalización de los riesgos globales, así como los desafíos geopolíticos, geoeconómicos y geotecnológicos que plantea la disputa sinoestadounidense, demandarán de mayores capacidades de resiliencia de los Estados-nación para adaptarse y salir adelante de escenarios más restrictivos y adversos.
Ese doble juego, en un contexto de deterioro económico-social y de múltiples crisis en los países de la región, introduce nuevas presiones y tensiones en los espacios de autonomía.
Ambos consideran que el escenario actual se parece a una contienda entre dos polaridades: el mundo de las interacciones entre Estados, o Westfalia, de un lado; y el mundo de la globalización y las interacciones transnacionales más allá de los Estados, o Mundialización, del otro.
Las tensiones y contradicciones entre un proceso de concentración del poder internacional que supone el primero y un proceso de difusión de ese mismo poder que introduce el segundo son bien palpables. Westfalia pone el acento en los Estados-nación, las fronteras, el territorio, la soberanía y el control de los flujos transnacionales. Mundialización diluye la noción de fronteras, dejando traslucir el papel de los actores no gubernamentales, las grandes corporaciones digitales, la banca financiera multinacional, las organizaciones criminales y los movimientos sociales transnacionales de ambientalistas, feministas o de derechos humanos, entre otros.
Consideran que hoy existe un escenario políticamente fragmentado, en el que las iniciativas de integración regional, atraviesan situaciones de irrelevancia, estancamiento o desmantelamiento.
Existe un futuro signado de tensiones que se derivan de la confluencia de crisis simultáneas asociadas a riesgos globales en la región, dificultando o impidiendo la adaptación o resiliencia de los países, que:
Para preservar los márgenes de autonomía y limitar al máximo la interferencia externa, las políticas exteriores tendrán que jugar inteligentemente en las deficientes instituciones regionales existentes, pero de manera complementaria forjar sociedades estratégicas múltiples con distintos países que podrán encabezar, según sus trayectorias, diferentes agendas temáticas, tales como salud, género, reducción de desigualdades sociales, ambiental, infraestructura, regulación de la tecnología, protección de recursos naturales, financiamiento externo, transferencia tecnológica, entre otros
En tiempos de «autonomía líquida», la preservación de márgenes de maniobra dependerá más de la anticipación y la adaptación que de la rigidez.
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