Tras la reforma de pensiones aprobada el mes pasado por Emmanuel Macron mediante un decreto, una vez más, el pueblo salió a las calles a reclamar por sus derechos en el marco del Día Internacional del Trabajador.
Por: Aisha Volken
En marzo pasado, se aprobó en Francia una ley de reforma al sistema de pensiones. La misma establece el aumento gradual de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030, así como el aumento de la cantidad de años de aportes necesarios de 42 a 43 años, para acceder a la jubilación completa.
Lo polémico de esta reforma es que se aprobó mediante el decreto 49.3. Este constituye un mecanismo constitucional que le permite al presidente aprobar leyes en casos especiales, evitando que se discutan en ambas cámaras del parlamento. Si bien esta reforma fue respaldada por el Senado, se preveía su desaprobación en la Asamblea. Frente a este panorama se hizo uso de este mecanismo, evitando así su discusión en dicho organismo legislativo.
Ante esta situación, cientos de personas junto a sindicatos y organizaciones sociales se encontraron nuevamente en las calles durante el Día del Trabajador. Allí manifestaron su descontento y reclamaron la consulta popular para la aprobación de la reforma jubilatoria. La misma fue caracterizada por los manifestantes como una aberración democrática y un gran retroceso social.
La justificación de la reforma es garantizar el equilibrio financiero hacia el 2030, ante el potencial déficit en los próximos años. Esto se debe a que el envejecimiento de la población supone un mayor número de jubilados y menos aportes. Si bien la reforma contempla algunos beneficios y sigue ubicando a Francia como uno de los países con menor edad de jubilación de Europa, generó gran descontento en la población. Entre algunos beneficios se pueden mencionar bonificaciones a las mujeres, programas para fomentar el empleo en más de 60 años, revalorización de pensiones, entre otras. Aun así, según encuestas gran parte de la población desaprueba esta medida.
Situación en Europa
En paralelo, los desafíos económicos provocaron disturbios generalizados en otros países de Europa Occidental. Entre estos podemos destacar los derivados del aumento de los precios de bienes y servicios como consecuencia de la Guerra entre Rusia y Ucrania, que ha generado la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores.
Por un lado, Reino Unido se enfrenta a una inflación del 10,5% anual, avivada por el aumento de alimentos y la energía. Ante esta situación se generaron diversas huelgas reclamando un aumento de los salarios, tanto para el sector público como el privado, que iguale el aumento de precios. Además de las consecuencias derivadas de la Guerra, se suman las derivadas del Brexit. Segun Andrés Mejía, profesor de economía:
“La crisis es la combinación de una incertidumbre que se viene acumulando en los mercados por el efecto del Brexit, hay una alta volatilidad política en el liderazgo, mucha desconfianza de la dirección política, y una serie de factores económicos que se vienen acumulando que no fueron resueltos“
El Perfil
Por otro lado, en España, frente a las huelgas, los sindicatos y la patronal firmaron un Nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación colectiva. El mismo establece un aumento de salarios del 4% para 2023. Cabe destacar que la aplicación de este acuerdo no es normativo para las empresas y representa un aumento por debajo de la inflación, que cerró en 2022 con un 8,4%. Sin embargo, al estar suscrito por empresarios y sindicatos, se considera un buen punto de partida para comenzar negociaciones por subidas salariales.
Mientras tanto en Francia, Macron se ha negado a aumentar los impuestos, afirmando que reduciría la competitividad del país.
Ante los crecientes desafíos económicos y políticos que suceden en Europa, hechos como los recientemente ocurridos en Francia demuestran, una vez más, que los derechos adquiridos no duran para siempre.